- No puedo creer que llegué hasta tal punto de no poder tener una conversación seria con usted, ya que no mantengo ni un segundo el contacto visual. Usted me habla, y yo sólo intento decir cosas coherentes, cuando en realidad me sale todo al revés de lo que mi mente quiere proponer. Me pongo nerviosa.
Usted llega y aveces no me saluda, yo estoy pendiente de verlo cruzar la puerta y que piense en saludarme... pero hay días en los que no lo hace. Esos días sufro. Pero cuando llega con una sonrisa, y viene a abrazarme, me siento feliz, y sonrío. También están esos días en los que, prefiere hablar con ella... entonces yo ahí reacciono algo mal... ¿Entiende? Son cosas que no puedo controlar... Es algo adentro mio, que necesita salir, es como una fuerte presión en el pecho. ¿Entiende? Por eso, cuando dirige cortas palabras hacia mi persona, sé que las da con sinceridad, puedo notarlo, en sus ojos, y en la forma de sonreír que tiene usted cuando acerca su mano para estrechar la mía.
- ¿Qué me quiere decir con todo esto señorita?
- Qué lo amo, tanto como usted me ama a mí.
Ella se acerca lentamente, y él la mira, algo confundido. Finalmente coloca sus manos sobre el rostro de la dama, y la acaricia suavemente. Con delicadeza se encontraban a menor distancia, terminando en un tierno beso... de amor.
